Pasó lo mismo que con los puestos de calificaciones en los colegios. Pudieron ser creados con buenas intenciones pero resultaron fatales. No hemos aprendido -todavía- que la práctica humana mas dañina, de aquellas que carcomen la esencia del mundo la competencia es la que ocupa el primer lugar. Qué paradoja, no tiene necesidad de pelearse con ninguna otra: les gana a todas. La competitividad es demoledora porque hace que cada segundo conviertas a cualquiera en un posible rival, es decir en un posible enemigo de tu “primer puesto”. Debes vivir al acecho, en estado de alerta, vislumbrando cualquier signo de peligro que se traduce en cualquier opción que te impida ser el primero. Ganar y perder. Símbolo de una sociedad que no conoce, no practica y menos enseña cooperación, solidaridad, generosidad.
Pero estas “sanas” emociones las despiertan las tragedias, cualquiera que sean: ambientales, geográficas, físicas, sociales. Qué paradoja, el sufrimiento nos hace mas humanos. Imagino que por ello los “dioses” o la energía o como quiera llamarlo, nos las “proporcionan” cada vez con mayor frecuencia para ver si aprendemos, si logramos practicar la cooperación no la competitividad. (No imagino cómo haría el deporte donde el objetivo es ganar nunca perder). Pero es urgente construir otra forma de sociedad… Hay un video maravilloso denominado Ubuntu en Africa donde se observa la reacción de unos niños ante una canasta de frutas. La ganaría quien llegara primero. Cuál no fue la sorpresa cuando al momento de la largada, los niños se toman de las manos y corren todos unidos. Uno solo no es ganador si todos no lo alcanzan (yo soy porque nosotros somos). Actitud que llevan cosida en la sangre y es “natural” en su comportamiento. Lo extraño hubiera sido competir. De acuerdo a este modelo y experiencia nos queda a nosotros decidir que camino seguir: la desaforada competencia o la solidaridad. Porque la cooperación se enseña y se aprende.
Entonces vamos a “somos tendencia”, la competencia soterrada de los Medios, la forma solapada de ganar e intentar ser los primeros. ¿En qué? ¿En el escándalo del día? ¿En la frase mas incendiaria? ¿En atizar pasiones escondidas? ¿En azuzar el enfrentamiento mas agudo? Así inician un gran número de programas. “Somos tendencia” como si esta expresión implicara somos honestos, somos éticos, somos responsables, vivimos en función de la cooperación y la solidaridad. Mas que el rating nos debe interesar informar, servir, aclarar. “Somos tendencia” es un acto protagónico que puede opacar el verdadero sentido de un comunicador. ¿Cuántos likes suma? ¿Cuántos lo siguen? ¿Qué pasaría si estas mediciones desaparecieran? Si significara lo mismo hablar o escribir para una persona o para 100, ¿cambiarías tu discurso o tu criterio? ¿Modifica tu mensaje saber que tu público es reducido o que hablas para un estadio?
La popularidad, ganar, ser el primero son tendencias no determinadas por ningún gobierno pero si practicadas por muchísimos individuos que pueden modificarse si el protagonismo deja de ser lo prioritario. No se necesita política estatal, sólo criterio y responsabilidad con lo que estamos viviendo. Lo que pasa es que el ego “hace trizas” la cooperación, el servicio, la colaboración. ¿Le interesa entonces ser tendencia?
Gloria H. @Revolturas